Comer o no comer, esa es la cuestión

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Hace unos 20 años, escribí un libro titulado ‘Las dietas no funcionan’. Hice el punto de que te pones a dieta como si te fueras de vacaciones. ¿Qué pasa cuando te vas de vacaciones? ¡Vienes a casa! Lo que sucede cuando te pones a dieta, generalmente después de un mes o dos, vuelves a tus viejos hábitos alimenticios.

La única forma de mantener un hábito de alimentación saludable es hacer precisamente eso y convertirlo en un compromiso de por vida. Pero, en las últimas décadas, ha habido una explosión de libros de dietas, diferentes grupos y autores que argumentan que su enfoque dietético explicit es la única dieta efectiva, and many others., and many others.

Uno de los debates comunes es también si es mejor consumir comidas pequeñas y frecuentes o tener comidas más abundantes y menos frecuentes como componente de una buena salud.

Algunos estudios han sugerido que las comidas más pequeñas y frecuentes mejoran la sensación de saciedad, mejoran el metabolismo y la composición de la grasa corporal, reducen las caídas de energía, estabilizan los niveles de azúcar en la sangre y evitan comer en exceso.

Un estudio analizó el vínculo entre la frecuencia de las comidas y las enfermedades crónicas y sugirió que una mayor frecuencia de las comidas a lo largo del día mejoraba las grasas en la sangre, como el colesterol y los triglicéridos, junto con un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares. También mostró que más de cuatro comidas al día mejoraban el llamado colesterol bueno-HDL y reducían los niveles de triglicéridos.

Un estudio de la revista High Impact Factor Circulación demostraron que aumentar la frecuencia de las comidas conducía a menos diabetes y enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, ha habido evidencia contradictoria en torno a este tema. Un estudio dividió a los participantes en dos grupos. El primer grupo hizo tres comidas al día mientras que el segundo grupo consumió seis comidas pequeñas al día pero con la misma ingesta calórica complete durante todo el día. Esta dieta incluía 30% de grasas, 55% de carbohidratos y 15% de proteínas. Este estudio no mostró ninguna diferencia en la pérdida de grasa corporal, pero aquellos que consumían seis comidas al día tenían más hambre y un mayor deseo de comer.

Un gran ensayo de observación mostró que los adultos sanos prevenían el aumento de peso al reducir la frecuencia de sus comidas, al no comer refrigerios y al hacer la comida más abundante por la mañana. La clave del estudio fue mantener una alimentación diaria restringida en el tiempo con un ayuno prolongado de más de 16 horas. Pero parece que las personas que aumentan la frecuencia de sus comidas tienden a consumir alimentos de mejor calidad.

Personalmente, encuentro toda esta información muy confusa y la realidad es que la clave para una alimentación saludable es comer menos alimentos y comer alimentos más naturales. La única dieta que se ha investigado durante un largo período de tiempo (diversos estudios hasta 10 años) con ciencia comprobada, es la dieta mediterránea que no tiene nada de mágica sino que implica comer dos o tres piezas de fruta al día, 3-5 porciones de verduras al día y, por lo common, la comida principal es el almuerzo, no la cena. La dieta también implica evitar todas las formas de alimentos envasados ​​procesados ​​con pequeñas cantidades de carne, pescado, huevos, lácteos, nueces y aceite de oliva.

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