WASHINGTON: En la investigación genómica a gran escala más reciente de la musicalidad, se descubrieron 69 variaciones genéticas relacionadas con la sincronización del ritmo, la capacidad de moverse al ritmo del ritmo de la música.
Un equipo international de investigadores dirigido por el Instituto de Genética Vanderbilt y 23andMe demostró que la capacidad de los humanos para moverse al ritmo del ritmo de la música (conocida como sincronización de ritmo) está parcialmente codificada en el genoma humano. Los resultados fueron publicados en la revista Nature Human Behaviour.
Según la coautora principal Reyna Gordon, PhD, profesora asociada en el Departamento de Otorrinolaringología-Cirugía de Cabeza y Cuello, y codirectora del Laboratorio de Cognición Musical de Vanderbilt, muchos de los genes conectados a la sincronización de latidos están involucrados en la función del sistema nervioso central , incluidos genes expresados muy temprano en el desarrollo del cerebro y en áreas subyacentes a las habilidades motoras y auditivas.
Según Gordon, «el ritmo no solo se ve afectado por un gen, sino por muchos cientos de genes». La esencia de la musicalidad humana es la capacidad de tocar, aplaudir y bailar al ritmo de la música. El estudio también descubrió que la sincronización de latidos comparte cierta arquitectura genética con otros rasgos, incluidos ritmos biológicos como caminar, respirar y patrones circadianos.
«Este es un trabajo preliminar novedoso para comprender la biología que subyace a cómo la musicalidad se relaciona con otros rasgos de salud», dijo la coautora principal Lea Davis, profesora asociada de Medicina.
El gran conjunto de datos de investigación de 23andMe proporcionó datos de estudio de más de 600 000 clientes que dieron su consentimiento para participar en la investigación, lo que permitió a los investigadores identificar alelos genéticos que varían en asociación con la capacidad de sincronización de latidos de los participantes.
Según David Hinds, PhD, investigador y genetista estadístico de 23andMe, «la enorme cantidad de participantes en el estudio que dieron su consentimiento presentó una oportunidad única para que nuestro grupo recopilara incluso señales genéticas menores». La comprensión científica de las relaciones entre genética y musicalidad ha avanzado gracias a estos descubrimientos.
La profesora asociada de investigación y primera autora del estudio, Maria Niarchou, PhD, afirmó que los hallazgos «establecieron nuevos vínculos entre la arquitectura genética y neurológica del ritmo musical, ampliando así nuestra comprensión de cómo nuestros genomas sintonizan nuestros cerebros al ritmo de la música».